El baile asturiano fue para los santafecinos el signo identificativo de la asturianía, y fue en muchos casos la carta de presentación más segura y acertada frente a las demás colectividades. Los emigrantes asturianos hallaron en el baile no solo una forma de expresión sino una manera simple de transmitir sus raíces y el amor que por ellas sentían.
Los emigrantes asturianos hallaron en el baile no solo una forma de expresión sino una manera simple de transmitir sus raíces y el amor que por ellas sentían.
En un comienzo los bailes se basaron en el recuerdo más que en la teoría. Las primeras danzas realizadas por el grupo surgían de la cabeza de los más memoriosos así como el canto y los ritmos. En ese entonces se realizaba un único baile: la Jota del Centro
A medida que pasó el tiempo, los bailes fueron reconstruyéndose en conjunto. Fueron el resultado de las ganas y la ansiedad que tenían aquellos asturianos por brindar a los más jóvenes una hermosa manera de transmitir lo que llevaban dentro: el amor y el respeto por su Asturias
"La Panoya en la actualidad"
Dicho grupo vuelve a refundarse con el mismo nombre en mayo de 1996 y participan allí también integrantes del primer grupo creado 50 años antes. Pero en esta ocasión no sólo se contó con el recuerdo sino también con la solidaridad y la experiencia del Centro Asturiano de Rosario. Por aquel entonces el grupo no contaba con gaiteros de manera que, los primeros bailes que se realizaron fueron las danzas prima y jotas cantadas al ritmo de las panderetas. Contando luego con el sonido de las gaitas, el conjunto “La Panoya” comienza a ampliar su repertorio partiendo de la base de la Jota Común, llamada en Santa Fe "Ringo Rango" (dada la letra de la canción difundida por los inmigrantes asturianos medio siglo atrás.) Pero lo que hace distinto el baile asturiano en la emigración es simplemente lo que expresa el baile por si mismo.
Estando lejos y a la distancia, afloran los recuerdos, las vivencias, los aromas, los sentimientos, los paisajes, las costumbres, las ganas de volver, y todo eso se expresa en el baile. Y hace que cuando uno aprende a bailar, a pesar de no llevar lo asturiano en la sangre, aprenda también acerca de esos prados, de las playas, de sus costas, sus montañas y de todos esos recuerdos. En fin, se aprenden no solo los pasos sino ese sentimiento que va implícito, que es lo hace sentirse a uno lejos de casa, aunque nunca allá pisado esa tierra.
Podría decirse que, visto desde afuera, uno de los motivos por el cual el baile asturiano tuvo tanta aceptación en nuestra ciudad, esta dado no sólo por la calidad de los bailes, sino por el sentimiento que se respira en el ambiente cuando "La Panoya" baila.
Y esa diferencia la hicieron los emigrantes: porque el baile asturiano dentro de la tierrina representa su folclore; en cambio a la distancia, representa, mas allá de la cultura, el amor que uno siente por Asturias.